Mala índole, Javier Marías

EN LA NOTA previa a esta edición y a las de más allá, Marías hace constar significativamente su desinterés por el género cuento. De él afirma haberle dedicado muy pocas energías y no tener visos de ir a dedicárselas en el futuro.

Excepto cuatro de los treinta cuentos incluidos en el libro, todos los demás han sido publicados anteriormente en los volúmenes Mientras ellas duermen y Cuando fui mortal. No obstante, el autor considera oportuno la reimpresión por mor de la unidad de los textos dispersos o en la oscuridad,  a veces también fragmentados en sus propias novelas. Pero, sobre otras consideraciones de poco peso, prevalece la excusa última de recuperar el texto que da nombre al libro, titulado Mala índole, y que según Marías es el más largo y acaso el más logrado, y fue publicado en una edicioncilla de Plaza & Janés  dirigida por Ana María Moix supuestamente inencontrable hoy en día, y que yo tuve la fortuna de encontrar hace ya bastantes años en un Carrefour de provincias a precio simbólico.

Una discriminación caprichosa, como lo son todas, divide en dos partes los cuentos que integran el libro. La primera parte abarca los que él considera aceptados, y son aquellos de los que aún no se avergüenza. La segunda parte la conforman los aceptables, y aquí incluye los otros, los estigmatizados, de los que se avergüenza pero sólo un poco, no demasiado.

Con este criterio tan exigente distribuye las piezas cronológicamente, de las que antes nos avisa son mayoritariamente de encargo. Hechas sin la libertad absoluta requerida tanto en lo concerniente al tema como a la extensión. Sin embargo, se apresura a dejarnos claro sin que de algún modo nos suene a excusa o a justificación o tal vez a disculpa no reclamada, por si acaso no lo supiéramos ya, que gran parte de la más sublime producción artística de todos los siglos fue resultado de encargos o de estímulos más serviles y prosaicos. Y que él acepta e intenta complacer únicamente caprichos ajenos. Porque ponerse a escribir sobre algo solo requiere divertimento, y solo se divierte cuando se interesa por lo que escribe, despreciando la cursilería purista de la “necesiad” de la escritura, o la “pulsión creadora” tan intensas y espontáneas en otros. Quede claro entonces.

La mayoría de los cuentos incluidos bajo el epígrafe de aceptables fueron escritos hace más de treinta años y tanto El espejo del mártir (1978) como Portento, maldición (1978) tienen el dudoso honor de ser los de mayor empalago del libro. Uno es el untuoso discurso de un militar a un subordinado con anécdota histórica desentrañada; un ejercicio voluntario de enervante verbosidad castrense y el otro, una homilía monologada acerca del asco y el rencor de un tipo frustrado hacia su ahijado gordo y torparrón que llega a debutar como tenor.

En el epígrafe aceptados se hallan veintitrés de los treinta cuentos del libro. El primero de ellos es de 1975 y el resto se distribuyen entre 1986 y 2005, fecha del último.

Son narraciones en las que predominan las ideas sobre la acción de los personajes, a veces inmóviles o representados como meros espectadores en escenarios comunes, discursivos o netamente reflexivos, narrados íntegramente en primera persona. Los desenlaces no aspiran a una redondez efectista asombrosa tras un golpe imprevisto de ingenio que descoloque al lector, antes bien son soluciones retóricas que buscan y ahondan en proposiciones lógicas a veces y sentimentales otras, con trasfondos de confusión cuidadosamente elaborados desde los que se parte hacia la búsqueda de una verdad o una posición moral digna ya sea el protagonista un profesor un sicario un actor porno un mayordomo o un escritor. Textos sin alusiones temporales que avanzan con pesadumbre entre recurrentes divagaciones éticas atrapando acción y pensamiento en una burbuja aislada del resto del tiempo de manera magistral. La morosidad y profusión sintáctica caracteriza personajes y situaciones de forma inconfundible, ensañándose sin piedad con lo burdo y estúpido, y mostrando candidez y afecto con aquello que denota inteligencia y educación aunque se esté refiriendo a la perpetración de un asesinato.

Y así discurre por géneros dispares donde tras una premisa inicial introductoria más o menos extensa da paso a la exposición del conflicto a través de la perspicacia y la persuasión, surgiendo muchos de distinta índole: identidades entre dos personas iguales, historias de fantasmas, futbolistas golfos que acaban trágicamente, realismo sucio y hard boiled, parodias monárquicas y parodias religiosas, amigos suicidas, médicos asesinos, relaciones tortuosas…

Desde los cuentos más antiguos a los más recientes vamos viendo engrosarse el caudal sintáctico de Marías hasta conformar el reconocible y caudaloso estilo de hoy, indefectiblemente unido al periodismo a la novela y al cuento sin bruscas transiciones. Una formulación de los géneros como unidad sustantiva sin aparentes brechas entre ellos. Sólo falta que en breve anuncie la publicación de su poesía completa para encontrarnos ante el escritor global.

“El horror ante lo accesorio me paraliza. Ahora bien, lo accesorio es la esencia de la comunicación (por lo tanto, del pensamiento), es la carne y la sangre de la palabra y de la escritura. Querer renunciar a ello es tanto como fornicar con un esqueleto.”    -E.M.Cioran-

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